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domingo, 13 de enero de 2013

JUDITH: Mi amiga del alma, la más fiel.

 
 

 

  

Mi historia con Judith comenzó el año 2002, en un encuentro de jóvenes católicos que se realizaba en La Serena. Yo me inscribí en ese encuentro para asistir como servidor, habiendo terminado hace poco una relación amorosa de un año y nueve meses.




Como servidor ayudé siendo coordinador de un grupo, puesto que eran muchos los jóvenes que participaban, los dividían en grupos según la edad… A mí me destinaron al grupo n° 11, y me pusieron de compañera a Judith… una bella y simpática morenita.




Durante ese encuentro, nos tomamos cariño y echamos las semillas de la que ahora es una gran amistad… en un pilar para mi vida… De ese encuentro, conservo un recuerdo escrito que me dio Judith.



Como yo estudiaba en Santiago, iba una vez al mes a La Serena, y además de ver a mis papás y a mi hermana, veía a Judith… Generalmente nos juntábamos a desayunar en mi casa o a veces por fuera.

Algo que se me quedó grabado en el corazón (que lo mencioné en un artículo sobre la muerte de mi padre en otro de mis blog) es la ayuda que mi amiga me prestó para armar el árbol de navidad en la casa de mi papá, cuando él ya vivía solo, porque se había separado de mi mamá. Si yo no organizaba la casa para navidad, mi papá no lo hacía… Mi amiga Judith me ayudó… el 2002 y también el 2003, cuando mi papá acababa de morir y mi amiga, a una llamada mía, fue inmediatamente a acompañarme… y su compañía en la muerte de mi padre… fue ayudándome a armar el árbol de navidad.

Con mi amada amiga Judith hemos compartido mucho, ella ha sido una fiel confidente… conocedora de mis cosas buenas como de mis errores, equivocaciones, caídas y pecados.

No recuerdo nunca haber peleado con ella, pero sí recuerdo sus regaños y sus ganas de pegarme cada vez que le comento alguna cosa que no debería haber hecho pero que hice… ella me regañaba… con todo su cariño y preocupación, me corrige, me invita a caminar por el sendero correcto. Sus regaños son perlas preciosas de amistad, su compañía y comprensión es dulce como la miel.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 




En mi corazón ha quedado grabado otro momento… un día, en mis primeras vacaciones en Chile… una expresión de su amistad y cariño por mí… me abrazó y llorando me dijo “Walter, tú eres mi único amigo, te he extrañado tanto”… lágrimas de dolor y sinceridad que dejaron profunda huella en este corazón tan necio e insensato… Creo que es la única amiga que me ha extrañado tanto y de tal forma que haya llegado a derramar lágrimas por mí, quebrantando lo profundo de mi corazón.


Mi amiga Judith, la más fiel de todas, que me ama y me estima con cariño sincero de amistad… de sola amistad. Le estoy agradecido por todo lo que me ha dado, agradecido de permitirme ser parte de su vida… y agradezco a Dios inmensamente que un día la haya puesto a mi lado para dirigir juntos el “Grupo n° 11”.

Amiga mía, tu amistad es uno de los tesoros más grandes de mi vida, tú me has hecho conocer que es una verdadera y sincera amistad, una amistad entrañable. Gracias Amiga.