


Como yo estudiaba en Santiago, iba una vez al mes a La Serena, y además de ver a mis papás y a mi hermana, veía a Judith… Generalmente nos juntábamos a desayunar en mi casa o a veces por fuera.


No recuerdo nunca haber peleado con ella, pero sí recuerdo sus regaños y sus ganas de pegarme cada vez que le comento alguna cosa que no debería haber hecho pero que hice… ella me regañaba… con todo su cariño y preocupación, me corrige, me invita a caminar por el sendero correcto. Sus regaños son perlas preciosas de amistad, su compañía y comprensión es dulce como la miel.
En mi corazón ha quedado grabado otro momento… un día, en mis primeras vacaciones en Chile… una expresión de su amistad y cariño por mí… me abrazó y llorando me dijo “Walter, tú eres mi único amigo, te he extrañado tanto”… lágrimas de dolor y sinceridad que dejaron profunda huella en este corazón tan necio e insensato… Creo que es la única amiga que me ha extrañado tanto y de tal forma que haya llegado a derramar lágrimas por mí, quebrantando lo profundo de mi corazón.

Amiga mía, tu amistad es uno de los tesoros más grandes de mi vida, tú me has hecho conocer que es una verdadera y sincera amistad, una amistad entrañable. Gracias Amiga.